28 de Diciembre de hace 5 años...
Casa de Leo:
La nieve no paraba de caer y la tormenta tapaba los gritos que salían de la casa de los Feir. En la habitación de arriba Leo se tapaba las orejas con las manos como había hecho esos doce años atrás. Abajo en la cocina su madre seguía peleando con su padre, el cual pasaba de todo ya que iba tan borracho que no se enteraba de nada. Lo que desearía Leo poder decirle cuatro cosas a su padre pero, no podía, su madre le había dicho mil veces que no debía decirle nada a su padre porque no quería que los golpes los recibiera él. Pero es que el no aguantaba más empezaba a estar más nervioso de lo normal. Una buena idea sería transformarse en lobo pero por desgracia su padre también podía transformarse en bestias todavía más peligrosas.
Leo gritó y en un ataque de rabia, se lanzó a la nieve por su ventana, cayó ileso y comenzó a correr. Las lágrimas no le dejaban ver por donde iba y si darse cuenta tropezó con una enorme piedra. Empezó a enderezarse cuando vio que a un metro una pantera azul estaba tirada en la nieve y una herida en su pata derecha rebosaba de sangre.
-Que suerte has tenido, chico...- murmuró la pantera- Has encontrado a uno de los grandes felinos herido ante tus pies...
Leo se quedó mudo de asombro.
-Mátame ya, anda...
No se lo pensó dos veces, se acercó a gatas al animal y se quedó arrodillado junto al limpiando como pudo la herida de su pata.
-No pienso matarte así como así, y la verdad, si tu piensas matarme cuando te recuperes ahora me da igual...-y Leo no pudo remediarlo unas silenciosas lágrimas cayeron sigilosamente por sus redondeadas mejillas pero, el seguía serio, mirando cuidadosamente la herida mientras, la pantera asombrada cerró los ojos con el reflejo de una sonrisa que cruzó por su cara.
*¡Y por fin aparece Kaimi! La que se va a liar xD pero para eso seguir leyendo mi historia :)
No se lo pensó dos veces, se acercó a gatas al animal y se quedó arrodillado junto al limpiando como pudo la herida de su pata.
-No pienso matarte así como así, y la verdad, si tu piensas matarme cuando te recuperes ahora me da igual...-y Leo no pudo remediarlo unas silenciosas lágrimas cayeron sigilosamente por sus redondeadas mejillas pero, el seguía serio, mirando cuidadosamente la herida mientras, la pantera asombrada cerró los ojos con el reflejo de una sonrisa que cruzó por su cara.
[...]
-Ey, chico, despierta...- murmuró la pantera esperando a que Leo mostrará alguna señal de estar despierto. Ahora su aspecto era más saludable, sus trazos en el pelaje brillaban más plateados que como grises pero, en el fondo su corazón se ralentizaba por segundos.
Aunque pareciese imposible la pantera escuchó durante toda esa mañana las preocupaciones del muchacho. Paniki, así era como se llamaba la pantera, y era bastante mayor, al ser inmortal había vivido unos quinientos años sin ser cazada y se enorgullecía de eso.
-No quiero volver...-dijo de repente Leo. Miraba el cielo silenciosamente.
-Te ayudaría, chico pero, el veneno que había en esa herida me está matando. Por eso, he decidido, que me matarás y te quedarás con mi alma, así, podrás plantarle cara a tu padre.
Leo se levantó de golpe mirando a Paniki con los ojos en blanco.
-¡Ni en broma!
-Leo... el veneno acabará por matarme tarde o temprano y como que no puedo ir a un veterinario. Me gustaría que alguien como tú, se quedara con mi alma, y te lo pido por favor, como un amigo...
Eso terminó por conmover a Leo, solo transformó su mano derecha en una afilada zarpa pero, cuando se iba a dar la vuelta porque no se creía capaz de hacerlo, Paniki, a dos patas, se abrazó a su cuerpo, clavándose en el pecho la zarpa de Leo.
-Espero...-dijo con dificultad- Servirte de... ayuda...
Cayó al suelo silenciosamente como antaño hacía. Después de unos largos quinientos años, a la famosa pantera le llegó la hora. Su cuerpo desapareció, su alma se quedó atada en el corazón de un chico de 12 años. El cual había sido su segundo amigo, y el primero para Leo. Dos almas solitarias que, por cosa del destino, quedaron unidas por mucho más tiempo...
-No quiero volver...-dijo de repente Leo. Miraba el cielo silenciosamente.
-Te ayudaría, chico pero, el veneno que había en esa herida me está matando. Por eso, he decidido, que me matarás y te quedarás con mi alma, así, podrás plantarle cara a tu padre.
Leo se levantó de golpe mirando a Paniki con los ojos en blanco.
-¡Ni en broma!
-Leo... el veneno acabará por matarme tarde o temprano y como que no puedo ir a un veterinario. Me gustaría que alguien como tú, se quedara con mi alma, y te lo pido por favor, como un amigo...
Eso terminó por conmover a Leo, solo transformó su mano derecha en una afilada zarpa pero, cuando se iba a dar la vuelta porque no se creía capaz de hacerlo, Paniki, a dos patas, se abrazó a su cuerpo, clavándose en el pecho la zarpa de Leo.
-Espero...-dijo con dificultad- Servirte de... ayuda...
Cayó al suelo silenciosamente como antaño hacía. Después de unos largos quinientos años, a la famosa pantera le llegó la hora. Su cuerpo desapareció, su alma se quedó atada en el corazón de un chico de 12 años. El cual había sido su segundo amigo, y el primero para Leo. Dos almas solitarias que, por cosa del destino, quedaron unidas por mucho más tiempo...
3 de Julio (en la actualidad)
Escuela de Almas Inmortales (Habitación de Leo):
-Bueno, ya puedes suponer lo que pasó después. Fui a mi casa y eché a patadas a mi padre de allí- Leo suspiró y después mostró una de esas sonrisas que hacen sonreír a los que están alrededor pero, solo iba dirigida a una persona- Pero que bien me he quedado...
Kaimi le revolvió el pelo a Leo y se levantó sin decir palabra de su cama. Recogió un mochila hecha a mano con diferentes telas y abrió la puerta, asomándose primero un poco.
Soltó un largo suspiro antes de hablar.
-Lo siento pero, me tengo que ir.
Leo se levantó apoyándose en la mesita de noche.
-¿A dónde?
-A cualquier sitio, mañana estaré en un bosque, al día siguiente en un desierto...
-Y ¿porqué no te quedas?
A Kaimi esa pregunta le pilló por sorpresa. Se dio la vuelta
lentamente y miró a Leo sorprendida. La mochila que llevaba colgada en su
hombro se escurrió y cayó al suelo.
-¿Lo dices en serio?- murmuró desconcertada.
-Claro pero, tendrías que quedarte en la habitación de Lily, si
quieres.
Kaimi no se lo pensó mucho, se lanzó a Leo, abrazándole, feliz de tener un sitio donde, por fin, podía quedarse tranquila...
*¡Y por fin aparece Kaimi! La que se va a liar xD pero para eso seguir leyendo mi historia :)